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Terapia o ansiolíticos?

Foto del escritor: psicóloga florencia lemospsicóloga florencia lemos

Actualizado: 10 ene 2021


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Los trastornos de ansiedad están presentes en gran parte de la población. Pero lo más alarmante es que se está convirtiendo en un problema de abuso de fármacos en un sistema en el cual, se invierte muy poco en atención primaria psicológica.


En el estudio realizado por la OCU entre el 2000 y el 2012, las cifras apuntan que en España, el consumo de benzodiacepinas (somníferos y ansiolíticos) ha aumentado un 57%, superando con creces el consumo en Alemania, EEUU y Reino Unido.

Según esta misma fuente (OCU) los ansiolíticos más consumidos son el Orfidal y el Trankimazin, no obstante, existen otros 35 cuya composición química es muy similar.

Como es de esperar, cada trastorno diagnostico presenta diferencias con los demás (diagnóstico diferencial), encontrándose entre ellas, el estímulo o situación que provoca la ansiedad, la forma en la que aparece la sintomatología y/o en los síntomas mismos. No obstante hay un pilar que comparten

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La gran mayoría (aunque no todos) de estos trastornos son diagnosticados desde medicina familiar como ansiedad “leve” y por tanto se tiende a eliminar el síntoma (o los síntomas) con benzodiacepinas.  Además, muchas veces aparece comorbilidad con algún trastorno del estado de ánimo leves, para lo cual además de los ansiolíticos se recetan antidepresivos.

Y ahora es donde viene el “problema”… ¿Las benzodiacepinas reducen la sintomatología a corto plazo? SÍ. Pero ¿y qué pasa a largo plazo? A largo plazo producen un efecto de tolerancia elevado, por lo

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Por tanto, es crucial que junto a la medicación prescrita y necesaria (que en ningún momento se ha cuestionado su necesidad ni su eficacia), se comience algún tipo de tratamiento terapéutico para trabajar la alteración desde la “raíz”, es decir, trabajar desde la base, para poder eliminar el problema en su totalidad y no solo paliar temporalmente los síntomas. Enseñar a la persona que la padece, determinadas herramientas, y que poniendo en práctica sus conocimientos sea capaz de darle una mejor gestión. 

¿Y qué conseguimos yendo a terapia? Bien, los objetivos a largo plazo, partiendo de una ansiedad sin comorbilidad y desde parámetros generales, podríamos encuadrarlos en los siguientes:

  1. Reducir la frecuencia, intensidad y duración de los síntomas, de manera que permitan un correcto funcionamiento diario.

  2. Aumentar el nivel de funcionalidad de la persona.

  3. Buscar el conflicto central y base de la ansiedad.

  4. Dar las herramientas necesarias para que la persona sea capaz de afrontar la ansiedad de la manera más efectiva posible (a nivel cognitivo, de conducta y técnicas de relajación).

  5. Trabajar desde la corriente más adecuada y con las técnicas más útiles y eficaces, para que la persona pueda alcanzar con éxito un mejor nivel de funcionalidad.

  6. Para ello es necesario “trabajar”, es preciso cierto nivel de esfuerzo y de tiempo, pero la recompensa es mucho más grande y valiosa. Tú mismo te vas a liberar de esa carga!

Ya para finalizar, me gustaría destacar, que al igual que los fármacos por sí solos no suelen eliminar la problemática, hay casos en los que la ansiedad es de mayor gravedad y donde es imprescindible el tratamiento farmacológico.

Recuerda: Los fármacos nunca han de abandonarse a no ser que sea un médico quien lo pauta. No obstante, si que es recomendable complementar los fármacos con ayuda psicológica.

Los fármacos y las terapias psicológicas no son enemigos.

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